• Libertad: el ambiente montañero, nos ayuda a sentir en su máximo esplendor, disfrutando de la naturaleza como medio de ambiente natural.
Al correr en solitario experimentamos sensaciones que al entrenar por la ciudad no seriamos capaces de vivir las sensaciones que nos brinda la naturaleza, motivo más que razonable para conservarla tal y como nos la encontramos.
• Romper la rutina: entrenar a diario por la ciudad, que nos brinda muchas opciones pero que a la larga se nos pueden convertir en rutinarias, pero tener la oportunidad de trasladar los entrenamientos a la montaña nos puede proporcionar muchos beneficios físicos e incluso en la respiración.
• Aumento de la fortaleza: el terreno de la montaña, suele ser un continuo tobogán, por los diferentes desniveles que podemos encontrarnos.
Los fuertes desniveles nos ayudarán para fortalecer las piernas así como entrenar nuestra técnica de carrera, tanto de subida como de bajada, que solemos descuidar.
• Cambios de ritmo: la sinuosidad del terreno nos obliga a ir rompiendo continuamente los ritmos, anudando a nuestro cuerpo a buscar y lograr una recuperación mucho más rápida, consiguiendo incluso bajar las pulsaciones en reposo.
• Intimidad: correr por la montaña, es sinónimo de intimidad de conocerse a sí mismo, descubriendo las fortalezas y debilidades de cada uno, necesarias para plantear una carrera con alto nivel de exigencia que nos permita disfrutar.
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